Una mesa puesta de forma atractiva es una buena forma de empezar una comida.
“A la mesa llaman, santa palabra”. La cultura popular tiene muy claras cuáles son las prioridades en las relaciones humanas. Una es dormir. La otra es comer. De hecho, según la última encuesta de Usos del Tiempo elaborada por el Instituto Nacional de Estadística, el 2010 los españoles dedicaban más de 11 horas al día a comer y dormir. Esto demuestra que la mesa -del mismo modo que la cama- se convierte en un elemento imprescindible en nuestro día a día. Por lo tanto, tan importante es tener una buena cama como una buena mesa.
El 2010 los españoles dedicaban más de 11 horas al día a comer y dormir.
El hecho de reunirse alrededor de una mesa no es sólo una necesidad vital sino que, desde hace siglos, también es un acto social. Sentarse en una mesa permite hacer negocios, celebraciones, festejar reencuentros o es la excusa perfecto para discutir sobre cualquier tema. La mesa es, por lo tanto, un punto de encuentro de familia, amigos o compañeros de trabajo. Sentarse alrededor de una mesa, a menudo, también es una excusa para compartir vivencias, emociones. Una mesa es el espacio ideal donde tomar y discutir decisiones importantes. O, simplemente, es la manera de poder reunir aquellas personas que más aprecios. Una combinación casi infalible: una buena comida acompañada por un buen vino -que si es de l’Empordà mejor- con la gente que tú quieres.
Sentarse en la mesa es como firmar una tregua con el ritmo de vida actual.
Ya sea dentro de casa o al exterior, en una mesa grande o pequeña, sentarse en la mesa permite dejar de lado las exigencias, los compromisos, e incluso los dolores de cabeza. Es como firmar una tregua con el ritmo de vida actual. Y todo esto para poder disfrutar durante un rato de la gastronomía y de la buena compañía. Un binomio que, como se ha demostrado con el paso de los años, es el mejor antídoto contra el estrés. A demás de ser un magnífico incentivo para fomentar las relaciones humanas.