Y cerramos esta serie dedicada a las tradiciones de boda con otras costumbres, más o menos habituales, entre las parejas que deciden casarse.
El viaje de luna de miel tiene su origen en los teutones. Este antiguo pueblo germánico, celebraba las bodas durante la luna llena y después de la celebración, los novios tenían que beber un licor de miel durante 30 días para asegurarse una vida dulce y una familia prolífica. Esto hizo que el periodo posterior a la boda se conociera como “luna de miel”.
El viaje de luna de miel tiene su origen en los teutones.
La situación de los novios ante el altar también tiene su explicación. En general, la novia se pone a la izquierda del novio. Esta costumbre proviene de cuando la novia era secuestrada de otra tribu y se temía que los familiares la rescataran. El novio tenía que tener la mano derecha libre por sí en algún momento se tenía que sacar la espada para pelear.
Otras tradiciones que también se han conservado con el paso de los años son el hecho que el novio no tiene que ver nunca el traje de la novia antes de entrar a la iglesia o al juzgado. Del mismo modo, también hay una tradición según la cual los novios tienen que dormir en lugares separados la noche antes del matrimonio, a pesar de que la pareja ya haga tiempo que vive junta. También hay una costumbre que advierte sobre el hecho de llevar perlas en una boda. Según la tradición, las perlas simbolizan las lágrimas y atraen la mala suerte durante el matrimonio. Y, finalmente, para los más supersticiosos, hay una tradición que recomienda llevarle huevos a Santa Clara si se quiere que el día de la boda no llueva.