Un testigo silencioso de 10 siglos de historia
Las ruinas del Castillo de Pontós están situadas a unos 500 metros del casco urbano, en la cima de una pequeña montaña conocida como el Barrio del Castillo. El castillo está documentado desde el 1087 cuando aparece mencionado el caballero Arnau de Pontós. Esto es, casi un siglo después de las primeras informaciones que hay de la villa de Pontós. Aun así, la primera noticia del castillo propiamente dicho no la encontramos hasta el año 1209, cuando era propiedad de Dalmau de Creixell. A partir de ahí, cambió varias veces de propietario hasta quedar en desuso y abandonado.
Estos tipos de castillos eran, en general, austeros y de pequeñas dimensiones.
Se trata de un “castell termenat” (castillo jurisdiccional), esto quiere decir que no era propiedad directamente de ningún rey, sino que estaba gestionado por un señor feudal que era el máximo responsable de toda el área de influencia del castillo. Estos tipos de castillos eran, en general, austeros y de pequeñas dimensiones.
El castillo de Pontós se conserva en un estado muy ruinoso y desfigurado porque muchos de sus restos fueron aprovechadas para construir varias casas. Entre lo que se mantiene en pie se puede distinguir una parte de construcción de los siglos XI-XII, y otra más grande, de los siglos XIII-XIV. Las ruinas de este castillo han sido declaradas bien cultural de interés nacional.
En el extremo norte de la explanada hay una cisterna y un pozo, y entre las ruinas todavía se puede ver un pequeño segmento de unos 10 metros de muralla.
Las pocas estructuras que quedan permiten intuir la forma y la magnitud de este edificio. Tenía una forma rectangular muy alargada para adaptarse al terreno. Poseía una capilla que ha desaparecido. Sí que se conserva un aposento cubierto con vuelta. En el extremo norte de la explanada hay una cisterna y un pozo, y entre las ruinas todavía se puede ver un pequeño segmento de unos 10 metros de muralla.